Si hay algo que no esperaba encontrarme en una serie como
Gantz, irónicamente, es la notable manera en que la serie resalta la figura del
héroe, especialmente en comparación con los estándares del anime. A pesar de la
violencia descarnada y la sexualidad implícita (que no siempre se maneja con
tino), estos elementos contribuyen a crear un ambiente que se acerca a la
realidad. Gantz nos sumerge en un mundo donde los personajes son ruines,
egoístas y exhiben un cinismo escalofriante, aparentemente inmunes a cualquier
norma moral. Es precisamente por eso que la presencia del héroe se vuelve tan
indispensable.
Pero curiosamente, la figura del héroe no descansa en el
protagonista, Kei Kurono, sino en su amigo Masaru Kato, quien parece fungir
como su espejo. Porque a Kei, se nos presenta como un individuo vacío y, hasta
cierto punto, cobarde. No pretendo afirmar que sea un mal personaje; más bien,
lo clasificaría dentro del estándar de lo que podría considerarse un paria.
Estos personajes, destacados por sus imperfecciones y dudosa moralidad, poseen
un potencial para un desarrollo magnífico, aunque a menudo carecen de carisma.
La primera escena en la que ambos se reencuentran es
magnífica para definir a ambos personajes: un vagabundo ebrio cae a las vías
del tren, pero nadie parece inmutarse. Con breves monólogos, la serie nos
sumerge en los pensamientos de esas personas para mostrarnos su indiferencia.
Incluso el protagonista Kei piensa que eso no es asunto suyo. Solo Kato salta a
las vías del tren para tratar de sacar al vagabundo y le pide ayuda a Kei,
quien accede a ayudarlo no porque crea que es lo correcto, sino por la presión
social.
Sin embargo, la serie rara vez premia los actos de
heroísmo. Por una especie de ironía trágica, (sello de Hiroya Oku), Kato y Kei
salvan al vagabundo pero son arrollados por el metro. Mientras las personas
apostadas en el paradero, lejos de sentir alguna empatía, toman fotografías de
esa sórdida escena. Admito que la escena en cuestión es exagerada, pero la
intención es mostrar violencia y, al mismo tiempo, censurar el morbo con el que
las personas observan "el espectáculo". Gantz nos deja claro cómo
funciona ese mundo; literalmente, la escena nos está diciendo: "Las
personas no quieren involucrarse ni correr riesgos innecesarios por
otros". Es por eso que un personaje como Kato, ese tipo que se mete en
problemas que no le conciernen, exalta tanto la figura del héroe.
La
molesta moralidad del Heroe
No soy muy fanático de los personajes
"blancos", pero Kato, de fuertes convicciones morales y sumamente
decidido, hijo de un bombero que murió en acción, defensor de los más débiles
en un colegio que más parece una correccional de menores, y que no duda en
enfrentarse a un Yakuza por salvar a una chica desconocida, es definitivamente
un personaje muy "blanco". Sin embargo, su personaje funciona y logra
que te preocupes por él porque representa esos deseos de hacer el bien que
tanto se necesitan y que el miedo detiene en las demás personas. No es que Kato
sea un temerario; tiene dudas antes de enfrentarse al peligro, y la trama
incluso lo pone a cargo de su hermano menor para mostrarnos que tiene algo que
perder.
Es curioso cómo reaccionamos ante las obras de
entretenimiento; a veces, una obra plantea preguntas incómodas. En Gantz, esa
pregunta es: ¿Hasta qué punto serías capaz de sacrificarte por ayudar a algún
desconocido? La verdad es que me resulta difícil responder a eso, y es por ello
que no puedo reprobar completamente a los personajes en Gantz. Esa es la razón
por la que Kato me resultaba molesto al principio; él hace que los demás
sintamos nuestra debilidad aún más explícita. Pero lo que Kato representa es,
al final, lo importante. Él es quien trata de equilibrar la dudosa moral de un
mundo oscuro, y por su valor narrativo, hace que la serie logre -tal vez sin
proponérselo- agregar a su fórmula de violencia y sexo un elemento más
importante: la lucha desesperada y tal vez inútil de un héroe en un mundo
oscuro.