jueves, 11 de mayo de 2017

Barrabas: Esa luz que no era luz o la maldición de seguir vivo.

- Siempre quise hacerle una reseña a esta película, pasaron muchas cosas y tuve que prolongarlo demasiado, pero por fin encontré el medio y el momento para hacerlo.  

Introducción

Barrabas es una película italiana realizada en 1961, siendo una adaptación del libro: “Barabbas” del escritor sueco, ganador del Premio Nobel de literatura 1951, Pär Lagerkvist, que narra la ficticia vida del criminal liberado a cambio de Cristo. 

La película tiene muchas cosas a su favor, como la certera dirección de Richard Fleischer, un director que destaca por tener una amplia filmografía y su capacidad por abordar múltiples géneros, una banda sonora a cargo de Mario Nascimbene, que logra generar esa portentosa ambientación místico-religiosa y el trabajo de fotografía emulando las luces de Rembrant de maravillosos claros-oscuros, a cargo de Aldo Tonti. Y por supuesto el trabajo actoral de Anthony Quinn, que es una de esas interpretaciones tan bien logradas, que al final no puedes concebir a otro actor en el mismo papel.

Esa luz que no era luz

La película empieza con las oscuras escenas de una prisión, en la que se encuentra Barrabas, al poco tiempo llegan los guardias romanos para sacarlo al exterior, este refunfuña y de mala gana va con ellos. Al salir al exterior, el prisionero logra ver a una multitud y a un extraño que ha sido azotado, y al intentar verlo el resplandor de la luz lo ciega y le impide verle el rostro.

Esto es una de las similitudes que la película tiene con Ben Hur, en ambas no se puede ver el rostro de Cristo.


Barrabas es esa oscuridad que ignora por completo la luz, a pesar que pueda verla tan cerca, esta rehúye de él, se vuelve inalcanzable y finalmente se transforma en fuente de desesperación. La luz en este caso, es la redención.
La película nos muestra  estos patrones de luz y oscuridad en momentos específicos, valiéndose además de sus personajes, para así, hacer énfasis en su narrativa.
Por ejemplo: la crucifixión de Cristo, que resulta ser una escena sobrecogedora, una hermosa imagen embellecida en mayor medida por los efectos de la luz, del miedo moral que representa el eclipse que acontece en su muerte. Porque es obvio lo que representa esa oscuridad, que parece envolverlo todo.

Se dice que la escena del eclipse fue hecha aprovechando un real eclipse que ocurrió en aquellos años.

Es así que cuando Barrabas vuelve ser apresado por los romanos, y estos no lo condenan a muerte, sino a trabajos forzados de por vida. Escuchamos sus palabras, en alusión a la vez que vio a Cristo: “Esa luz no era luz, era oscuridad”. Lo dice porque lo que debería representar esa luz, como la vida y la esperanza, para él significará seguir atado a una vida de la que no espera más que penalidades. La maldición de seguir vivo.


Barrabas al enterarse de su condena.

No puedo dejar de hacer mención de las escenas del Circo Romano y la lucha de Barrabas por ganar su libertad, como escenas bien ejecutadas, es algo que al director Fleischer  maneja bien y por supuesto cintas como: 20.000 leguas de viaje submarino (1954) o Los Vikingos (1958), dan fé de sus buenas escenas de acción.    


La lucha por la libertad.

Luego de ganar su libertad, ocurre la asfixiante escena en el que el protagonista se pierde en las catacumbas y somos testigos de su desesperación por encontrar aquella salida, metafóricamente aquella “luz al final del túnel”. Al final de ese laberinto encuentra una luz, pero una luz ficticia: el famoso incendio de Roma.

El clímax de la película sucede en su segundo encuentro con Pedro, en una prisión que comparte con los demás cristianos que han sido capturados por presuntamente provocar el incendio de Roma. Pedro amablemente le dice las cosas que Barrabas ha malinterpretado y mientras este se acuesta adormecido, como alguien que se ha dado por vencido en su búsqueda y mientras Pedro le habla de la fé, la esperanza y la necesidad de ser firmes en estos angustiosos momentos, vemos en contraste una de las transiciones más impactantes que he visto: La imagen de las cruces que aparecen delante de la cámara en una increíble toma panorámica y plano secuencia, es una de esas imágenes que han calado en mi, son de esos momentos que me han hecho comprender el valor del cine como expresión artística. 

La toma termina con un primer plano a Barrabas crucificado, incluso me atrevería a decir que es el último que queda vivo, por aquella maldición de “seguir viviendo”, “por aquella luz que no era luz”, porque esa intención de soledad, que es lo que narra Pär Lagerkvist en el libro y ya en los últimos fragmentos escribe: “...todos los condenado fueron crucificados en pareja uno al lado de otro, excepto por Barrabas que quedo al último”.

En su monologo final Barrabas menciona que le parece que es ya de madrugada, indicando que pronto saldrá llegara la luz del día, haciéndonos pensar que por fin la alcanzara, pero lo cierto es que él nunca logra ver aquella luz.


Conclusiones

Barrabas es en esencia una tragedia, la vida del protagonista no es más que un instrumento para que sucesos funestos ocurran. Es la búsqueda infructuosa por alcanzar una luz que apenas comprende, es la esperanza de buscar infructuosamente, una redención que nunca llegará. 


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